Estoy seguro que está usted gozando de una espléndida jubilación cosa de la que me alegro después de tantos años de trabajo duro, de expansión de una empresa con prestigio por todo el mundo y de haber hecho un capital y una fortuna inmensa que -nadie duda- ha sido construida a base de esfuerzo y trabajo.
Tengo que agradecerle sus enormes gestos de generosidad de los que tendría que aprender otras tantas empresas españolas, bancos incluidos, que deberían aportar un poco mas a la sociedad de la que se fluyen y con la que conviven desde siempre. Por ello, para usted, mi admiración y gratitud.
Pero a lo que vamos. El sábado pasado estuve en La Cañada, en el Centro Comercial de Marbella, uno de los mas grandes de Andalucía y que ofrece una estupenda oferta en tantas cosas. Sin embargo he de decirle que quedé triste cuando fui a su tienda de esta centro comercial.
Rápidamente me di cuenta de que se había cambiado la zona de pagos en el departamento de caballeros. Pero cual fue mi asombro al ver que no había cajeras ni cajeros. No. Si es verdad que había una chica que "asesoraba" a quien quería pagar una prenda. Se trata de que usted (o los que ahora presiden y gobiernan su empresa, con los que seguro usted tiene buenas relaciones) han decidido "eliminar" el personal de las cajas. Ahora hay que situar la compra en una especie de cajón que está controlado por una serie de radares que lo hace todo, entrega de bolsa incluida.
Y yo no percibí, sr. Ortega, el aroma de las mujeres y hombres que han trabajado desde su creación en las cajas de Sara, no me sentí respaldado por el calor humano que este tipo de trabajadores ofrecen a los clientes de sus tiendas.
Puedo comprender las "modernuras", los avances de las tecnologías, la cosa de estar al día en todo. Pero, sr. Ortega, déjeme decirle que creo que no es buena opción esta. Al margen de la pérdida de puestos de trabajo (que quizás sea lo mas importante), falta ese "tacto" de los buenos profesionales que siempre han distinguido sus tiendas.
Con todo lo que usted tiene en la cabeza, sr. Ortega, esto no es mas que una pequeñez. Pero lo dejo por aquí, por si acaso usted tuviera un minuto...
Le saludo desde la estimación, atentamente.


