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Su hijo estudió con el sacrificio de un joven ilusionado en su carrera. De los mejores de la clase, de la promoción y de la universidad. Siempre soñó ser el primero, encontrar trabajo pronto y ayudar en la casa para que su madre, doña Encarnación, no tuviera que limpiar mas escaleras de por vida.
No encuentra trabajo. Lleva tres años en las largas colas del servicio andaluz de empleo y nadie le ofrece, ni siquiera, un puesto de inicio para arrancar y demostrar lo que aprendió en los 8 años que le costo su duros estudios en la universidad.
Ahora quiere irse a Alemania. La presidenta del país germano ha ofrecido a unos pocos de miles de jóvenes españoles la posibilidad de emigrar como ya hicieran sus abuelos hace mas de 50 años, a un país lejano al suyo. Ya lo tiene decidido. Preparará papeles y se ofrecerá al “paraíso” que le ofrecen a unos pocos de miles de kilómetros de donde nació.
No le importa que le digan eso de que es de los que forjarán “la sangría juvenil” que un gobierno como el que tenemos no sabe parar entre nuestros jóvenes. Y eso que estudió en la universidad.
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