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Lo conocí cuando aun tenía chanclas y pantalones cortos, cuando en la puerta de su casa ponían un puesto enorme de patatas y alcachufas por la feria de Campamento.
Luego vino mi juventud, mi periodismo, mi familia y ahora, entre pleno y pleno de mi Ayuntamiento, me he dedicado a escucharle tranquilamente, tomar notas y apuntar sus mil y una historias.
He aprendido de él muchísimo. Como aprendemos siempre de todos los árboles que dan buena sombra y que cobijan a los que tenemos menos edad que el. Me ha enseñado -una vez mas- que la vida es paciencia y serenidad, lucha y bravura, templanza y discreción.
He conocido a un Antonio Bernal que antes no conocía y me satisface decir que me siento entre sus amigos como el que mas.
Ahora, sus “Memorias” ya están en el público. El mismo que las puede leer y las puede compartir. Un público que puede saber mas cosas de la vida y obra de alguien a quien admiro cada día mas.