El
caminar lento y sereno por las calles del viejo casco histórico de
nuestra ciudad es un aliciente mas para alcanzar la gloria de Tu
cara, Madre. Andar despacio por los adoquines, caminar al son de la
marcha mas celestial y comprobar tu lento movimiento en un perfecto
equilibrio de costaleros, es subir a la gloria.
Porque
este Miércoles Santo, la calle de nuevo será Tuya. Mostrando a los
hombres y mujeres de fe tu hermoso color, tu divino rostro y tu
querido manto de Reina y Señora de todos nosotros...
Esa
es la gloria. Tu Gloria bendita que esperamos alcanzar aunque, torpes
y difíciles, los hombres nos empeñamos siempre en torcer tu
voluntad, en coger por el camino distinto, en caminar con el paso
cambiado.
En
una hornacina modesta pero elegante. En un rincón de esta histórica
Capilla que visitamos pocas veces al año. En un templo donde reina
la Palabra de Dios, está la Madre siempre esperando, siempre
perdonando, siempre sonriendo...
Y
ahí estaremos otra vez mas por tu día. Con tu trono lleno de
benditas flores que te llevamos con la angustia de ser perdonados, de
querer tenerte cerca, de amarte mas que a nada ni a nadie. Subir a tu
gloria, Madre.
Suena
la primera levantá, nervios, ansiedad, cariño desde siempre
para quererte cada día mas. Por los nuestros, por los que queremos,
por los que no nos quieren, por los que no conocemos, por lo que nos
espera y por lo que nos llegará.
Tu
bendita Gloria, Madre. Aunque solo sea por un año mas.