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Esto supone, claramente, que la aportación de efectivos del orden público, asociaciones, colectivos, autoridades y legisladores está llegando a alcanzar cotas importantes de las que nos tenemos que sentir satisfechos los españoles.
Vale que una vida es una vida y casi 2.000 que se pierden al año son muchas vidas. Pero en 1990 fueron casi 6.000 muertes en la carretera. Mucha tela.
La presencia de reformas en el código de la circulación, la utilización del cinturón y del casco en el caso de los motoristas, los controles de alcoholemia y la persecución de las infracciones son algunos de los “causantes” de esta nueva cifra que es para empezar bien el año.
Aunque sigamos pensando que la cifra utópica de cero muertes en la carretera sería lo ideal. Vamos, en efecto, sr. Pérez Rubalcaba, en la buena dirección. Felicidades a todos.
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