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Aquí se encontrarán en la esquina de cualquier calle centenaria las gotas perdidas de una vela de candelabro cofrade y la lágrima de esa sanroqueña que piensa, reza y llora en silencio para que nos venga lo mejor en el próximo año, hasta la primavera del 2012.
Ahora sonará de nuevo la música celestial de tantas bandas que acompañarán a nuestros pasos por las piedras de las calles de esta ciudad que rebasó los tres siglos.
Se cuajarán los mejores claves que adornarán al Nazareno, La Merced o el Buena Muerte de tantos suspiros y recuerdos de familia. Vendrá el costalero, el amante cofrade, el creyente fervoroso, el enamorado de nuestra cultura e imaginería o el incienso que inundará el camino de la pasión.
Pasión por San Roque, pasión por nuestra querida Semana Santa sanroqueña. Con el mismo orgullo y temores de cuando uno era un chiquillo...
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