Entré y sobre la mesa grande del salón un libro inmenso en el que se podía firmar para que al flamenco la UNESCO le nombrara "Patrimonio Inmaterial de la Humanidad". Y así lo hice, estampé mi firma a mas de 8.000 kilómetros de mi tierra para pedir que esto tan nuestro sea de todos y se proteja por siempre, amén.
Duró un año hasta que aclamaron a este flamenco nuestro de cada día como patrimonio de todos, de todos los seres que poblamos la tierra. Y hoy hace justo 10 años de aquello, de eso. De una nominación que era de justicia y que nos llenó el alma de alegría.
La penúltima vez que visité La Habana estuve tratando y viajando durante algunos días con el chófer que llevó por última vez a Paco de Lucia y que lo conocía de hacía años. Entre anécdotas y risas sonó una bulería cantada por Camarón. Y al Toque, Paco. Ese patrimonio es indestructible.
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