martes, 11 de octubre de 2016

El Frío que no Cesa

El estremecimiento llegaba a todo mi cuerpo cuando yo aún tenía pañales y escuchaba el pomo del cuarto abrirse para que tu te fueras antes de las seis de la mañana para echar el día en tu turno de madrugada. De sol a sol y de luna a luna, siempre sin parar y con tu impecable uniforme que me sigue causando respeto después de tantos años. Antonia te había preparado el costo con tu arma reglamentaria y tricornio. Empezabas un día mas a buscar el pan con el que nos ayudaste a crecer a tus seis hijos y a tu adorable esposa. No puedo evitarlo. Cada año por estas fechas, en vísperas de El Pilar, otra vez la memoria de aquellos años de mi infancia en los patios del Cuartel de La Línea, en los distintos hogares que tuvimos en esos años, en la "Casa de la Pradera" como llamábamos al entrañable cuartel de Zahara de nuestros Atunes donde pasamos aquellos maravillosos años. Llegabas a la hora del almuerzo, la comida puesta, los niños comidos y otra vez a empezar. Así por los años de los años hasta que un fuerte estallido hizo que dejaras la ropa y luego vivieras por los años de felicidad que te llegaron. Hasta que otra vez el maldito corazón te apartó de nosotros -por el momento- un frío 11 de febrero de hace poco tiempo. Mientras, con tu recuerdo y con nuestras esperanzas seguimos a borbotones echando orgullo de hijos del Cuerpo a nuestro paso por este sendero al que llaman vida. Aquí nos mantenemos con la memoria bien fresca y con la mirada alta, como aquel diría. 12 de Octubre Mañana, el día de la Patrona. Tus mejores galas, tus guantes blancos y tu tricornio de charol. He cerrado el pomo de la puerta. A dormir otro día mas. Y sin el chasquido de la puerta. El frío que no cesa, siempre por estas fechas, padre.