martes, 7 de febrero de 2017

De Rencores

De vez en cuando es bueno refrescar la memoria y la mente de cada uno de nosotros. Igual que se limpia una red social y se eliminan elementos contaminantes se piensa y reflexiona sobre el pasado mas inmediato de cada uno. Por eso no tengo rencores ni malos pensamientos de esas cosas que un día te hirieron el alma y hasta el corazón. No tengo rencor sobre aquel compañero que un día se pegó a un proyecto político para luego traicionarnos y a pesar del chirrido de los dientes cuando hablaba el contrario, hoy le limpia la alfombra por la que camina su señor. No tengo rencor sobre aquella señora que no me votó y me quiso arrojar a los infiernos y el abandono. No tengo rencor sobre el socio de un proyecto que me dejó en el camino y me engañó hasta la saciedad. No guardo rencor a aquella pareja con la que proyecté acabar el resto de mis días y me la pegó con el primero que se cruzaba. No guardo rencor a ese triste periodista que me perseguía entre mentiras, contaminaciones y chismes sin fundamento y hoy se sitúa en la soledad. No guardo rencor a aquel otro plumilla que escribía inventos y que se cayó en la miseria de la profesión porque nunca supo de nada lo que sabía. No guardo rencor a ese cercano que me dio la puñalada por la espalda sin esperar siquiera una respuesta del destino ni a aquella señora que utilizó lo afilado de su lengua para maldecir sus penas, ni al trabajador al que ayudé y promocione en lo que pude, considerándole un profesional, y luego sirvió de correveidile al jefazo para adularle los oidos con la mentira y la falsedad. No guardo rencor al cargo público al que apoyé y luego ni me dio los buenos días en un encuentro de esos de los destinos de la vida. No guardo rencor -ni tan siquiera memoria- de aquellos que en el colegio criticaban, envidiaban y me quisieron linchar de por vida, siendo solo un chaval. No podemos cargar la vida de rencores ni odios. Mal camino, mala conciencia y mala felicidad. Duermo cada noche a "cuerpo abierto" con la mas sencilla de las serenidades... merece la pena vivir así, sin rencor. Otra cosa es la memoria.

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