De la Dignidad

Ha iniciado en estos días el periódico dependiente del Campo de Gibraltar con su gerifalte a la cabeza una nueva campaña contra este servidor de lo público. De la mano del contubernio del niño fracasado en esto de la política y del viejo zorro del bosque intentan nuevamente lincharme y dañar mi imagen pública. Y yo, por eso de que estamos en Carnaval me lo tomo a chufla.

Desayuné hace unos días con un amigo que me propuso “tomarme un café” con el que manda -por el momento- en el diario dependiente del Campo de Gibraltar y “charlar para acercar posturas”. Como no me presto a conspiraciones judeo-masónicas desde hace muchos años, ataque frontal porque al tipo del whisky en la mano así le viene en gana. Cosas de los intereses bastardos.

Vamos, que no le tengo miedo. Quítese la máscara, aunque estemos en época de carnestolendas. Insúlteme, escríbame en su columna dominical -cual hoja parroquial- en el diario dependiente del Campo de Gibraltar que usted dirige, escúpame a la cara -que ya se lo hicieron también a aquel Jesús del madero y Dios me libre de compararme con el mas Grande de todos-, líncheme en titulares de primera, comarca y columnas. Dígame perro judío, mienta una y otra vez, escriba sobre el aire y sobre el papel.

Que nada parará la voz del pueblo, la voz de los ciudadanos y la voz de los vecinos frente a la infamia, la mentira y la manipulación constante. Córteme una y otra vez la mano, el hombro, la cabeza; no me saque en la foto del día ni de la noche, manipule titulares y entradillas, cajetines y folletines de noticias, úseme, acribílleme si quiere. Le dejo.

Pero el corazón no me lo pondrá romper. Ni usted ni esa banda de cuatreros que no tocarán poder en mi pueblo mientras la razón y la vergüenza me respalden en las urnas. Sacúdase sus purgas por las esquinas y siga embriagado de lo que le apetezca. Llegará el día en que le veré marchar. Con las orejas gachas, la vergüenza y la dignidad perdida y el rabo entre las piernas. Si es que para entonces le queda rabo.