Del Poniente y del Levante

Nací en una pedanía de San Roque (Cádiz), Puente Mayorga. Aquí, la batalla de los vientos fue siempre un devenir en su historia desde los más remotos apuntes de su colonización. Siempre existió el Levante; suave, elegante, fino, fresco sin frío, amigo, sonriente, alegre... y el Poniente; frío con frío, brusco, encaramado con destellos de plata en la cresta de las olas del mar que nos baña, desagradable, protestón y a veces hasta maleducado. De vez en cuando asoma alguna brisa de El Moro, que cambia los planes de todos y trastorna a sus habitantes, incluyendo los que siempre vivieron del mar.

El Levante siempre gusta, a pocos desagrada y se alimenta con buen tinto de verano; de ese que sabe tan bien a cualquier hora del día en los meses del bendito estío. El Poniente siempre quiere entrar, aunque no le dejan y se pelea con el Levante a cualquier hora, intenta echarlo, le empuja, le ataca y a veces le insulta. Pero el pueblo quiere al Levante que se asienta por semanas y semanas y nos deja bañar en las aguas del mar por todo el verano desde el Carmen hasta bien entrado septiembre casi otoñal.

El Levante es mayor, de muchos siglos atrás cuando el pueblo hacía el garum y se teñían con tinta de caracolas las túnicas de la república romana, en cambio el poniente es de ahora y llega con empecinada tarea por conquistar a un pueblo que lo rechaza una y otra vez.

Otra vez mas.En el Carnaval de 1997, mi siempre admirado Martín García escribió "Los Vientos del Buscavidas" y dijo aquello antológico de "Cádiz es mujer de dos novios/ prendaos de su talle/ están por sus huesos locos/ el poniente y el levante...". De triplete en el Carnaval gaditano que ese año, además de su pregonero, tuvo en Antonio al primer premio en las tres modalidades del concurso oficial; chirigotas, coros y comparsas.

Mi Levante y Mi poniente son míos, aunque a uno lo queramos mas que a otro. Uno es de aquí, nacido en las mismas calles de La Chochona, el Peluso, Paca Bombeta o Lourdes Aguilera. El otro lo parieron en otro sitio y se vino aquí de prestado a camelar al levante. Se podría haber quedado en el lugar donde su buena madre lo parió, dicho con todos los respetos.

Aquel Poniente y Levante gaditano, además de un magnífico piropo a la capital era una leyenda que luego muchos hemos convertido en mil interpretaciones. Que cada uno piense también lo que quiera con los vientos de mi Puente. Siempre mi Puente con su Levante y su Poniente.