sábado, 23 de junio de 2012

El Quijote del Sur

La locura existe. Claro que si. Como bien investigó Castilla del Pino en su célebre estudio. La locura era Juan Luís, el Quijote del Sur que vi en plena faena en la inmensa playa de Valdevaqueros, junto a Gutierrez Aragón, cuando rodaba las últimas secuencias para su versión del Cervantes universal.
La locura era ese Juan Luís que se desvivía por el San Roque de la Calle San Felipe, donde le colocamos aquella placa sorpresa que rememora su casa natal, o el que se cansaba de comer en Casa Bernal de Campamento o en cualquiera de nuestros incomparables bares de tapas a los que tan frecuentemente acudía en sus constantes visitas a la ciudad en la que empezó a vivir sus primeros años junto a su familia.
La locura mas cuerda existía en este Juan Luís que tan abiertamente hablaba sobre tantos temas de actualidad, política incluida, en los que mostraba su racionalidad mas objetiva. La locura de la vida, de sus amores, de sus esperanzas, de las tablas de los teatros que pisaba, de la madre que siempre buscó, de sus nuevos estrenos, de sus películas, de sus amigos y enemigos, de su futuro y de su pasado.
Juan Luís se nos fue en una despedida sencilla y callada. Que todos lo imaginaran como era en sus películas, en las tablas, en la televisión, en las entrevistas y en el papel cuché. Ese era su deseo...
El mismo Juan Luís al que un día comuniqué que le pondríamos su nombre al teatro de su pueblo y el mío y que se quedó helado en tan inesperada propuesta, el mismo que se sintió emocionado en los homenajes y tributos que le hicimos en vida en su pueblo en los últimos 12 años. El mismo que junto a María vivió sus últimos años de amor en esta tierra fértil y dura, como él solía decir.
Un quijote que ha sido el único que en las pantallas ha representado al autor y al protagonista. Nuestro quijote del sur sanroqueño que ayer se fue a buscar las aspas de los molinos de viento de una tierra aún por descubrir...

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