lunes, 1 de junio de 2015

Grande Agustín

Con la nobleza de la gente del pueblo y sin mas. Con su mascota, su pitillo encendido y su enorme carpeta de papeles, fotos y recortes. Faltaban algunos minutos para empezar el nuevo programa de la tele y allí estaba el rey de la palabra sobre el flamenco de esta baja Andalucía.
     Agustín Delgado Gálvez se hacía llamar para todos. Sin mas. Flamencólogo podría decir bien su título, aunque a el le gustaba decir que solo le gustaba el flamenco y que hablaba -como nadie he oído por cierto- de lo que mas le gustaba y que era su vida. El flamenco, sin mas.
     Nació a muy pocos metros de la misma casa donde yo nací. Y su familia y la mía, hace de esto muchos años, eran casi familia. De aquellas familias humildes y sencillas nacieron hijos espléndidos que luego brillaron por esa amistad sincera que da el paso del tiempo y la vida…
     Defensor del flamenco como cátedra de los sentimientos mas profundos de los andaluces, Delgado pasó por todas las emisoras del mundo, los periódicos y las televisiones de modo desprendido, sin intereses económicos y por amor al arte. Nunca mejor dicho, por amor al arte. Sin mas.
     Miembro de una familia de arte puro como lo demuestra la voz inigualable de su hermano Juan Delgado que tiene todos los premios de este planeta y los de Marte, ha profundizado como pocos saben hacerlo en lo mas hondo de un flamenco que lo cautivó toda su vida.
     ¡Grande Agustín Delgado, grande, ...amigo!. Ahora si que hay seguirillas, bulerías y fandangos. Ahora si que hay música celestial a tu lado, mientras junto a tu Camarón del Alma llenais otra esfera.
     Te quise siempre y lo sabes, caballero. Amigo, afable, sincero e inmenso por muchas cosas. Ahora, te toca otra velada de cante donde quieras. Nadie te superará en tus presentaciones. Sigue con tu mascota y tu pitillo, querido artista de la vida. Y del flamenco. Sin mas. Y sin menos.
     

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