Fue a medio día de tal día como hoy, en la esquina de la Alameda y hace 46 años. Pero como si fuera ayer. La memoria de los andaluces, de aquel millón de andaluces que salieron a la calle pidiendo una autonomía pura y propia, de primera y de derechos, sigue presente en el 4 de Diciembre en el que muere un malagueño.
Andalucía sigue ávida de cosas, de mejoras, de progreso, de igualdad, de justicia con otras tierras de nuestras mismas fronteras. Andalucía sigue con el mástil de la bandera puesta en el Congreso aunque unos cuantos se cargaran aquel proyecto maravilloso de los andaluces por el mundo.
Por el mundo de nuestra geografía española. Aunque no tengamos representantes propios de nuestra tierra aunque tengamos a 61 parlamentarios andaluces que ojalá se acuerden de nuestra tierra por encima de la amnistía, del Puigdemont de los cojones y de tantas reclamaciones de unos u otros.
Otro 4 de diciembre. No uno mas, otro mas. Y otro y muchos que vendrán, aunque algunos quieran manipular nuestra bandera, nuestros versos, nuestro Lorca y nuestro Blas Infante. Por encima, muy por encima de todo eso, está la honra de ser andaluz.
Lo demás, para los demás.
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