jueves, 14 de marzo de 2024

Malditas Mascarillas


    Saltó la alarma por estas fechas hace ahora cuatro años. El mundo se movió y se volvió. La terrible muerte en una pandemia es un dolor brusco y hueco. Las mascarillas, las quirúrgicas y las no médicas se convirtieron en parte de nuestros rostros, de nuestras vidas, de nuestra subsistencia. 

Pero los lobos estaban al acecho. Aprovecharon la delicadeza de la raza, el dolor de las muertes, la fragilidad de las instituciones públicas y todo eso para hacer lo que solo sabían hacer; comer carne cruda, terrible carne cruda.

Y de este modo, sin escrúpulos, sin piedad, se embolsillaron millones y millones, comisiones, mordidas,  bocados. Se compraron pisos, coches, lujos y nos hicieron la trompetilla de los tontos diciéndonos a todo plan "...ahí se quedáis". Malditos.

Hermanos, novios, padres, asesores, comisionistas de tres al cuarto, mientras media España clamaba salud y atención médica, se nos morían familiares, amigos, conocidos, vecinos... y el gobierno hacía el mayor esfuerzo que se ha mostrado en público en un siglo de historia. Por lo menos.

Benditas mascarillas que nos salvaron a miles de ciudadanos, miles de seres humanos, malditos los que atrincaron sin piedad en lo mas hondo de una depresión sanitaria. Merecen, solo, el desprecio de todo ser humanos.

Malditas mascarillas. Benditas mascarillas.

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