viernes, 24 de marzo de 2017

Un Liceo para Todos

Anda el patio un poco revuelto desde que este 22 de marzo un literato gaditano de nombre Luís y del que no daré mas datos para no promocionar su obra ha revuelto un poco los cimientos del Gran teatro Liceo de Barcelona. Un espacio escénico de primera magnitud en nuestro país que el pasado 19 de marzo ponía sobre sus tablas cuatro de las agrupaciones punteras del Carnaval de Cádiz en una cita sin antecedentes que ha roto todas las previsiones y todas las barreras. Hasta las de los mas pesimistas y derrotistas del mundo del Carnaval. Fui testigo de todo lo que allí pasó; como he sido testigo multitud de veces de lo que ocurre cada año en el Gran Teatro Falla de nuestras pasiones. En este rosario de cosas, entre el asombro del éxito arrollador de ese "Cádiz en el Liceo" y como un niño enfadado (a lo peor porque ni le invitaron, ni tuvo la imaginación de ir), ese tal Luís y de profesión literato cuestiona la relevancia de que Cádiz estuviera representada con su Carnaval en la capital catalana y en el mismo escenario que -según el mismo manifiesta- ya han pisado Isabel Pantoja, Radio tele Taxi o Ecos del Rocío. Suena, cuando menos, como a comparación chabacana y un tanto barriobajera, de cabreo infantil y poca inteligencia. …y también han pisado Pavarotti, Monserrat Caballé o José Carreras, por ejemplo. Alude este tal Luis a Don Fernando Quiñones, que nunca insultó al Carnaval ni su gente, para intentar compararse a el con una frase suelta que para nada desprestigia ni al Carnaval de Cádiz, ni a Cádiz del Carnaval. Claro que Quiñones era un tipo "enormemente juicioso y gaditano...", como reconoce el literato. Tampoco a lo peor lo es el. Reconoce este personaje el papel de la poesía popular de las letras del Carnaval gaditano. Claro. Un libreto o cuaderno de coplas no se podrá nunca comparar a cualquiera de los volúmenes de letras que a veces y tristemente publican algunos autores literatos tan solo en colecciones que leen 50 personas. Y que merecen mi enorme respeto y sin embargo también conforman cultura. Cultura gaditana o catalana y a la que yo nunca insultaré despreciando el grandísimo pabellón que Cádiz ha dejado, no solo en Barcelona. Ha sido en toda Cataluña y con motivo de un Carnaval de coplas que se ha sembrado en uno de los mejores teatros de Europa. Los medios locales - los de aquí y los de allí- han sido muy entusiastas, es verdad a la hora de marcar sus crónicas de lo vivido en la tarde-noche del 19 de Marzo de 2017. Pero lo han sido porque el entusiasmo vivido en ese coliseo también se ha vivido pocas veces. Lamentablemente yo nunca lo he vivido en la presentación de un libro, aquí o allí. Creo que los periodistas han transmitido con enorme sinceridad y objetividad lo que se vibraba en un teatro en el que la gente que representaba a Cádiz en esos momentos mejor supieron hacer. Con una altísima categoría. Cantar coplas y letras de la vida, de Cádiz y reírse del mundo con el mundo. Como solo sabemos hacerlo los gaditanos, vamos. Tampoco creo que se pueda pretender enfrentar al flamenco con el Carnaval. Cada cosa tiene su mundo y su genialidad. Querer enfrentarlos en un rosario de despropósitos verbales que inventa este personaje, sea un literato o un pintor, es mal camino para el viadante. Que Cádiz se haya entregado al Carnaval nunca puede tomarse como un grano en el culo que moleste. Todo lo bueno que aporta el carnaval a la ciudad ha sido valorado por tantos de modo positivo..., que ni una voz perdida entre libros rancios y viejos e ilegibles pueden hacerle perder fuerza. Y en todo eso, esa copla actual nueva, fuerte, siempre viva, cantada mil veces de la lengua de los andaluces que sacara en sus acordes Antonio Martín cuando el literato de marras solo tenía 3 añitos, sigue tan fresca y renovada que suena a gloria como los pasteles de La Gloria mas gaditana. Mal andamos si de lo que se trata es de despreciar una copla cantada con pasión gaditana y andaluza y no valorar -además- el arrojo sincero de cantarla ante 2.360 andaluces-catalanes. Eso solo lo hacen los grandes. No los literatos cobardes que se escudan en un escrito al que solo se le puede perdonar que sus torpes letras las haya escrito en un mal día de su trayectoria. Seguro que hoy, el literato Luís ya no volvería a escribir lo mismo de Cádiz, El Liceo y su Carnaval, porque entonces si que seguiría haciendo daño.

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