No me gusta para nada el ambiente verbal que está tomando la pre-campaña-campaña electoral en la que estamos inmersos en los últimos meses, desde que Sánchez empezara el gobierno de nuestro país.
No me gustan los insultos, los descalificativos y los ataques porque si.
No me gusta que Casado calificara en estas últimas horas de no querer a los de las manos manchadas de sangre, que se hable de golpe de Estado, de líneas rojas, comunistas, fascistas y esas cosa. No es bueno para el sonido de nuestro rico lenguaje ni es bueno para la convivencia de nuestra sociedad.
No me gustan los ataques desesperados de ninguna parte y me causan tremendo estupor cuando los escucho de quienes profesan una educación de altura.
Después de 40 años de democracia activa, de partidos, elecciones, pactos de gobierno, justicia, desaparición de ETA -triunfamos la democracia y todos los españoles de bien-, de dimisiones, titulares y mil cosas mas, me duelen especialmente los insultos.
Si supieran guardarse un poquito, aunque solo sea un poquito, les vendría mejor a todos estos.
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