lunes, 4 de octubre de 2021

Ivan, el hablador


 "...un tal Iván", decían algunos durante muchos meses a modo de desprecio hacia quien ha sido en los últimos casi cuatro años la mano derecha del Presidente del Gobierno de nuestro país. Iván Redondo sabe y entiende. Y mucho.

    Fue inteligente en eso de meterse como asesor de los políticos (algo que bajo mi torpe juicio va decreciendo en este país) y ha sabido salirse justo en el momento en el que ya nadie contrata a un asesor a su lado, por muchos motivos.

    En la noche de este pasado domingo y en el siempre interesante programa de Jordi Évole ha hablado mucho y ha dicho poco. Nadie se cree que se fuera por su propia cuenta de un cargo de alta responsabilidad. Évole le pregunto en varias ocasiones y lo cuestionó en público y el tipo ni se inmutó sobre este asunto. Yo tampoco me creí su respuesta.

    Dijo que no sabía nada de las grandes cosas políticas que han pasado en este país en los dos últimos años y eso tampoco se lo cree nadie. Y no fue capaz de decir cuanto le pagarían por su análisis semanal en la contra del periódico La Vanguardia, todos los lunes.

    Iván redondo intentó cuidar su imagen pública y creo, sinceramente, que no lo consiguió. No dijo mucho y lo poco que dijo con muchas dudas. No justificó nada y lo que quiso justificar era difícil de creer. Y el, que es un gran hablador y un gran conversador "... echo de menos las conversaciones, las muchas conversaciones" llegó a decir, no estuvo a la altura de las espectativas. Dicen que las pompas de jabón siguen flotando en el aire muy cerca de los políticos aún. Una pena.

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