De los pies a la cabeza. De día y de noche, de la luna y el sol. Mujeres políticas, delante de un micrófono, en la redacción de un periódico o en la lucha por la libertad. Mujeres maltratadas por la indignidad humana, por la lentitud de la justicia, por cobrar menos que un hombre en manos de un nuevo terrateniente o solamente por ser mujeres. Mujeres de hoy y de ayer.
A las que dieron apellidos ilustres a la batalla, que continua tan fresca como hace un siglo. A las Rosas que dieron su vida en un grito de democracia y dignidad. A las que siguen en la brecha cada día con su curro, a las que escriben poemas inmensos, a las que os tenéis que levantar cada día a las 7 de la mañana y no os regalan nada, a las que dedicáis 12 horas al hogar y a los niños, a las que cuidáis de vuestros padres y buscáis cada día un rayo de esperanza...
A las que no sabéis como caminar, a las que están perdidas, a las que siempre aparecen, a las que no volvéis la cara ni agacháis la cabeza, a las que os reunís cada semana en una plaza y a las que siguen buscando a sus hijos perdidos... a todas.
Que una veta de luz siga respaldando vuestras reivindicaciones.
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