viernes, 25 de octubre de 2013

Medio Siglo

Muchas veces me repitió Antonia, mi madre, que nací sobre las 8 de la tarde de aquel 25 de Octubre de hace medio siglo. Doña María Teresa "La Partera" fue la que me recogió en Rodríguez López, 18, antes 24. Muy cerca del mar, no mas de 100 metros. Entre sábanas que olían a limpias y colchón de los antiguos, el primero de los nietos de la familia, de Isabel y Pepe y el tercero o cuarto por la parte de Abuela Adela y Antonio.
Decía muchas veces mi madre que cuando mi abuela Adela vino a conocerme, andando por toda la Avenida España desde la barriada de La Colonia hasta donde nací, al regreso se le cayó un velo muy negro y teñío que perdió para siempre entre los vientos que luchaban en el corazón de la bahía del Campo de Gibraltar.
Y así crecí entre sillas de mimbre, el viejo sofá de hule azul y blanco y las tinajas en la que se hacían los borrachuelos en cuanto asomaba diciembre de cara a la Navidad.
Han pasado cinco decenios. He sido padre dos veces -una de las experiencias mas maravillosas de la vida--, he luchado en mil batallas. Publiqué libros, planté árboles y tengo solo media vida agotada.
Se que no llegaré a cumplir los siguientes 50 años. Ni lo pretendo. Pero también se que ahora me quedan los años mas intensos después de la dura batalla.
He conocido a miles de personas, pero me quedé con menos de una docena como amigos de verdad. No me atrae ni el dinero ni el lujo. Desprecio la vanidad, la envidia, el poder y hasta la indecencia. Se que "arriba" hay alguien que nos protege y lucho cada día para que mis hijas puedan tener un futuro algo mas cierto del que ahora se divisa en el horizonte.
No creo en muchas cosas de las que creí o de las que me hicieron creer y quiero a mi gente con todo mi corazón y mi rabia. Me acuerdo cada día de mis padres y daría un trozo grande de lo que me queda por vivir por tenerlos solo cinco minutos a mi lado y decirles todo lo que nunca les conté.
Sigo teniendo los mismos ojos que tuve cuando nací y los que luego me dieron la luz para ver lo bueno y lo malo de la vida. Pero muchas cosas de las que descuidé luego hicieron que me brotaran lágrimas que me tuve que beber en la soledad de mis pasos.
Hoy, que la vida la veo desde ese pequeño escalón del medio siglo, le doy gracias a ella por cuanto me dio y me enseñó. Y solo le pido un poquito mas para ver triunfar a quienes admiro y poder brindar en el ocaso de la noche, ahí en la orilla de un precioso amanecer, por quienes podrán seguir mis pasos. Si quieren.
Medio siglo, 50 años. Una vida. O media. O toda o nada. Esta ha sido la mía, o parte de ella. Veremos como viene el resto. Salud!.



No hay comentarios: