martes, 18 de febrero de 2014

La Pequeña Laura


Siempre ha sido igual de frágil, sencilla y artista. Seguro que cuando su madre la traía en el vientre ella ya se cantaba sus propias nanas, inventando miles de fantasías que luego en su inmensidad se harían realidad en el sueño este de la vida que nos toca.
Laura ha sido siempre igual. Niña hecha mujer, pero mujer siempre niña. En una familia de artistas, de genialidad y de arte ella era la pequeña Laura.
Me acuerdo como si fuera ayer mismo y ya han pasado mas de 30 años. Su voz inmensa y cálida, su sensibilidad para tratar al público y hasta para coger el micrófono. Su sabor en las letras que cantaba y sigue cantando y que sabe interpretar de una manera única y su personalidad sin igual.
Los papás ya están ausentes. Su padre se marcho hace unos años. Su mamá, casi. Tristemente. 
Pero Laura Granados sigue soñadora, sigue joven a raudales y a rabiar y sigue con ganas de seguir inventando el mejor escenario con la misma ilusión de aquella niña que llenaba las cenas de los sábados en "Los Lagos" (cuando Los Lagos eran Los Lagos) y las meriendas musicales de los domingos. Triunfo tras triunfo, con llenos absolutos y exitosos que casi hicieron rico al dueño del local de referencia en la década de los 70 en el Campo de Gibraltar.
Laura, mi pequeña Laura. A la que he tenido oportunidad de besar y abrazar hace solo unos días en la siempre Cádiz de sal. Cuantas emociones, cuantos recuerdos, cuantas palabras, cuantos sueños y cuantos tropiezos.
Cuánta Laura aún me queda por disfrutar. Un beso, mi niña.

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