viernes, 22 de enero de 2016

De Ortega Bru (I)

Había oído hablar de Luis Ortega Bru desde que era un niño. La enormidad de ese Cristo imponente que cada Jueves Santo recorre las calles de San Roque era mas que significativo para saber que en mi pueblo nació uno de los grandes, el que mas del siglo XX. Y que hacía obras de arte con  unas manos de gloria que seguían miles de fieles en numerosos rincones de nuestra geografía. Incluso fuera de nuestras fronteras.
 
     Cuando tuve el honor de estar presente en la primera de las cuatro Corporaciones municipales en las que he participado en mi pueblo, la de 1999-2003 empecé a conocer con mucha mas profundidad la dimensión de uno de los genios. Entonces se abrió una etapa de pasión enorme hacia el maestro de Santa Marta, la Pasión de San Roque o las tablas del Vaticano que nunca hemos logrado descubrir donde se ubican exactamente.
 
     En este 2016 se cumple el primer centenario del nacimiento desde que su madre lo trajera al mundo en la barriada de La Estación de San Roque. He tenido el honor de que me honraran con que mi nombre apareciera con cierta justicia y fidelidad en los libros de historia sobre la vida de Ortega Brú, por mucho que un déspota eliminara una placa conmemorativa que se había acordado en documentos o que se olviden de mi para recordar los momentos mas intensos de la llegada a San Roque de las piezas de Luís Ortega en 2000.
 
    Afortunadamente muchos conocen bien los detalles, esos detalles que se guardan celosamente en la historia y la memoria de los pueblos. Decir que la obra de Ortega Bru está en mi pueblo por mi sería horriblemente pretensioso y para nada lo pretendo, pero mi grano de arena aporté para que en San Roque hoy estuviera con dignidad parte de la obra de Luis.
 
   Poco a poco iré contando detalles, en su homenaje, en su memoria y en su tributo. En este Centenario al que no me han invitado, pero que yo celebro con "satisfacción y orgullo".

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