martes, 20 de diciembre de 2011

Sortilegio de la Navidad


Estas fechas son la leche. Es verdad que sus cercanías nos invitan a estar permanentemente con una sonrisa, un saludo, una felicitación, un deseo y... hasta una invitación. Es la Navidad, el sortilegio de unos días que muchos desearían que durara todo el año, especialmente aquellos que no lo están pasando bien y que sufren los desmanes de este tiempo tan duro que vivimos.
Y así es para mi también desde que era un chiquillo, desde que escribí aquello de la carta que pedía a los Reyes de Oriente con apenas 13 años y que tanto recuerda mi buen amigo Curro Cacheira, en Puente Mayorga. Desde que pongo un Misterio en casa y que este año he repetido gracias a la generosidad de Antonio y Ricardo, desde que me acuerdo de algunos que me necesitan y les acerco un pequeño gesto para que les salga una sonrisa con la que poder disfrutar en estos días. Es la Navidad -estas fechas- un tiempo en el que nos acordamos de aquellos y aquellas que ya no están, que nos faltan, que no nos ayudan a sonreír y que llevamos en el corazón durante todos los días del año.
Esta Navidad no es especial. Llevo muchas Navidades encima ya, casi 50, y muchas no han sido agradables por muchas circunstancias. Esta tampoco es una mas...
Por eso, el sortilegio de la Navidad quiero que siga presente en mi corazón. Y no solo como un deseo, como un gesto. Sino como una constante que se repite cada fecha del calendario del último mes del año en el que nos dice la tradición y la cultura religiosa que nació un Niño para ayudarnos a ser mejores.
Ojalá que seamos mejores. Ojalá que la sonrisa del día después tenga el mismo sortilegio que estas fechas en las que nos llenamos de ternura.

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