viernes, 5 de febrero de 2016

De Ortega Bru (II)

Hacía frio esa mañana, bastante frio. Pero las ilusiones que teníamos los de la expedición a Madrid eran tan grande que a penas lo notamos. En Madrid nos vimos con Manuel González Scott-Glendowing. Gonzalez, sanroqueño de nacimiento y de familia. González había emigrado a la capital del Reino hacía muchísimos años. Allí, en la etapa franquista que le tocó vivir se hizo militar y gestionó negocios que le hicieron tener una gran fortuna. A pesar de todo nunca se olvidó de su pueblo y transmitió de muchas maneras su amor y pasión por su pueblo.
 
     Manuel González conocía perfectamente a Luís Ortega Bru y allí en Madrid se reencontró con el. Me contó Gonzalez Scott-Glendowing que un día de visita al rastro de Madrid lo vio en sus calles y allí fue el reencuentro con el que tanto había admirado y conocido en su infancia y juventud.
 
   Desde esos momentos surgió, siempre según nos contó Manuel González, una nueva amistad reeditada por años y que ayudó a que Luís Ortega Bru se pudiera mantener y supervivir en los duros inviernos de la capital.
 
   Entonces los dos sanroqueños conveniaron el uso de la vivienda que González tenía de su propiedad en la Calle Prat, 42 de Vicálvaro (Madrid) así como el sostenimiento del propio Luis Ortega Bru en su día a día. Esa amistad y confianza creció de tal forma que el propio Manuel Gonzalez me enseñó hasta los cubridores de calefacción que tenía en su casa que, junto a cuadros y pequeñas esculturas, le regalaba Luis Ortega a Gonzalez, especialmente en  las fechas de la Navidad. Por cierto joya de arte esos cubre-radiadores que eran de una belleza extrema.
 
Manuel Gonzalez estaba decidido a buscar un destino a la obra de Luís Ortega Bru que le pertenecía a el, vamos que era de su propiedad. Sobre todo porque reconocía lo avanzado de su edad y quería hacer "algo grande" que le ayudara a culminar su gloriosa carrera de éxitos de emprendedor.
 
    Así nació, con la presencia y siendo testigo Francisco Jiménez Pérez -el Alcalde eterno de nuestra ciudad de San Roque- el ofrecimiento de Manuel González de donar toda la obra suya de Luís Ortega Brú y que poseía en Vicálvaro al pueblo de San Roque.
 
    Testigos de esa firma de donación, de ese documento de generosidad fueron Francisco Gonzalez-Deleito Domínguez, abogado municipal, Francisco Jiménez Pérez, ex-Alcalde de la ciudad y un servidor. Aquel día el almuerzo al que invitó como siempre Manolo González nos supo a gloria. Y allí se trasladó al papel una voluntad personal incuestionable que honraba a todos.
 
    Yo como representante público y concejal electo estaba satisfecho de haber trabajado para alcanzar que el pueblo de Luis Ortega Bru tuviera parte de su obra y los demás acompañantes y amigos, testigos de un día histórico para la ciudad.
 
    Pero no todo fue fácil. Hubo mas y surgieron inconvenientes y dificultades. Ya les cuento...

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