miércoles, 24 de febrero de 2016

De Ortega Bru (IV)

Manuel González Scott-Glendowing tenía una ilusión enorme. Parecía un chiquillo con zapatos nuevos. Paco Jiménez se sentía satisfecho y orgulloso porque aún sin estar ya en la Alcaldía de nuestro pueblo que tanto honró y que dejara en 1979, había servido a su tierra natal con una mediación perfecta que sirvió para que se contara con un patrimonio artístico de primera línea que quedaría por los años de los años para la ciudad.
 
     Manuel González había llegado desde Madrid para la inauguración en el mes de Mayo de 2001. Todo estaba perfectamente cronometrado. Nervios e ilusión, lágrimas contenidas, apretones de manos.... emoción en su estado mas puro.
 
     Luis Ortega Bru había venido de nuevo a su pueblo natal, al olor de sus verdes campos, a la terrible historia de sus padres con la maldita guerra civil, a pocos metros de donde tuvo su taller en tiempos de sanroqueño de pro y de donde esculpiera el Buena Muerte de San Roque.
 
     Etapa concluida. Abrazos de nuevo, placa, reconocimientos, discursos, gratitud...
 
     Aún así, parte de la familia estuvo ese día con el pueblo y  con quienes habían hecho posible el gesto inmenso de Manuel González Scott-Glendowing de que el maestro regresara a su pueblo. Otra parte no había querido estar allí. Ni siquiera por gentileza ni por cortesía. Parece que los vientos soplarían por otros lares...

No hay comentarios: