Amanece muy temprano, al menos eso me parece a mi cuando cada mañana el despertador te marca la pauta para salir disparado y empezar un nuevo día del resto de los que nos queda de existencia en este globo terráqueo. El refresco matinal, el arreglo obligado y la calle camino del sustento que nos ayuda a llegar a fin de mes. Así un día, otro y... otro. Así una semana y otra y un año y otro mas.
Por el momento las hojas del calendario van cayendo y se arrancan casi sin querer en el corto espacio entre el suelo y el infinito. Mientras se te van amigos y familia de tu lado y se sigue buscando aquel sueño que nunca llega. Y que nunca llegará, ...maldito sea!
Lo que sigue haciendo ese código de barras en tu cuerpo son las marcas que en la vida se te cruzan en las mil experiencias que se nos presentan y que ocupan todas las esferas de la vida. La familia, los amigos, los amores, los hijos, las aventuras, los viajes, ese rio caudaloso, esa noticia en el periódico, ese proyecto que no cuaja, ese comentario que te hirió, ese coraje que le echaste, ese vino que te tomaste, ese mitin que no quieres ni escuchar, ese programa que te llegó al alma, esa sonrisa que nunca perdiste, ese color que te gusta, esa música que te hizo vibrar en el corazón, ese guiño que te hizo la muerte, esa copa que te animó hasta el éxtasis, ese color del que te apasionaste, esa ayuda solidaria que nunca faltó, esa playa infinita, ese pulso del día a día, esa cara que no verás mas, ese caminar despacio y lento, esa ruta que te lleva al infinito, ese amor que te defraudó y al que decepcionaste, ese avión que se perdió, ese tren que nunca llegó, esa carretera con tantos baches, ese piropo que hace tiempo no escuchas, esa bandera de hermosos colores, ese equipo que te hace sufrir, esa discusión estéril, ese amigo que te engañó.... hay....!
Las huellas que marcan la identidad de cada uno. La vida que al final se cierra con un periodo y se abre con otro que uno no sabe como será. En dependencia de tus ideales, de tu fe y de tus sueños, otra vez mas.
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