miércoles, 10 de octubre de 2012

Carrera de Perros

La vieja barbería de los Vega era una de las dos que había en la barriada desde tiempos inmemoriales. Allí se pelaban mi padre, mis tíos, primos y hasta mi abuelo. Era cosa de herencia por las dos partes. Ellos venían de una familia de barberos que cortaban el pelo por dos perras chicas desde los años 30 a todo buen hijo de vecino. Los nuestros se pelaban allí o en Casa Luís, que estaba en la esquina de la calle paralela por la que se cruzaban los amigos y la familia toda la vida...
En la barbería de los Vega la presidencia estaba en las hojas de afeitar, la gran silla de hierro y blanca cerámica y el gran cristal. El espejo que inundaba uno de los testeros de la pequeña habitación que un tiempo, incluso, sirvió de correos. Los viejos del lugar se acuerdan, yo a penas tenía pantalón corto y desde luego ni un solo pelo en la barba.
En la Casa de los Vega se hablaba de fútbol y de perros. La cacería formaba parte de las largas tertulias de los dos hermanos que, me consta, luego heredaron al resto de la familia. El honor y el orgullo formaba parte del ambiente que se respiraba en las piezas de caza que cada uno de los visitantes lograban.
En las paredes, muchas fotos y viejos calendarios, ya agotados, de perros de caza. Allí aprendí que existe el mastín y el galgo. Dos perros emblemáticos y unidos a la afición de los entrañables y recordados hermanos Vega. 
Y allí aprendí, fue allí, esa frase que de vez en cuando recuerdo; "...cuando el camino es largo, mas corre el mastín que el galgo...". El que sepa que entienda.

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