domingo, 4 de noviembre de 2012

Arrugas en la Piel

Temprano sonó el despertador y de nuevo a la tarea de cada mañana. El trabajo, la familia, la responsabilidad... al salir por la mañana temprano de casa su cara lo decía todo en el semblante. Buenos días, la mejor de las expresiones. 
Crecer con el estiramiento de la piel, con las cicatrices de las malditas heridas. Caminar cada día entre el lugar de trabajo y el hogar, subir los escalones de la oficina, luego los de la casa. Al salir a la calle, otra vez. Buenos días, señor, buenos días, señora.
Ya los anillos no caben en los dedos porque los dedos se le han ido estrechando de tantas manos como apretó y tantos besos como plasmó. La piel, poco a poco, se le iba arrugando, lo mismo que el corazón. Buenos días, buenas tardes, buenas noches.
Otra vez a casa, todo esperando y todo por esperar. Todo creado y aún todo por crear. Mañana será otro día, ahora debo irme ya.
Buenas noches, señor.

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