La última de las hermanas, María Avilés, falleció hace solo unos días. Los Avileses, así eran conocidos durante siglos en el Castillo-Fortaleza de Castellar de la Frontera. Y como sus hermanos, sus padres y abuelos, Chisparreros de toda la vida. María fue sepultada en el viejo cementerio del castillo de Castellar, clausurado hace años y que solo se usa en contadas ocasiones, como esta.
Una estirpe, una auténtica estirpe. Los conocí a los cuatro; me enseñaron los escondites y los rincones perdidos del Castillo-Fortaleza, los entrevisté para distintos medios en ocasiones y el Ayuntamiento de Castellar, considerando la peculiaridad de esta buena gente les nombró "Hijos Predilectos" hace unos años. Formaron parte de una estirpe dorada que controlaban todo el recinto y su entorno, sus lindes y sus señores. Con ellos, María, Francisco, Miguel y Juana Pilar Avilés Gallego se fue una generación, un apellido y un tiempo que no volverá. Solo en los papeles. Así fueron ellos.
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