jueves, 2 de diciembre de 2010

El Rebaño

Suena la hora del atardecer en la cima de la montaña, entre los ríos de la vida que vuelve a nacer cada mañana. Todo es frío y serio, como siempre y como a mi no me gusta.
Pedro, el viejo pastor de la montaña ya se retira a descansar porque al amanecer, muy pronto, estará de nuevo entre las tareas diarias que le complican su vida desde que el se dedica a esto del pastoreo.
Las ovejas le siguen bien por los rediles, por las cañadas y en la llanura del día. Unas se dedican a la comida, otras a rebuscar buenos elementos y otras, simplemente, le cotillean al oído.
Todo es un concierto desconcertado de regalo de música celestial para las orejas, todo es un run-run de caminar y, a veces, andar despacito para que no las escuchen. Pero suenan aunque vayan descalzas, las ovejas siempre suenan.
Pedro, el pastor, ya es maduro en esto de la cría de ovejas y sabe como tratar a cada una de ellas para darle el sitio y lugar adecuado hasta que llegue la hora de trasquilarlas. Entonces, no hay piedad para ninguna de ellas, todas a entregar la correspondiente lana y otra temporada más.
Hasta que alguna de las ovejas se le revele y le pague con una “espatá”, que decimos por esta tierra. Se lo dice alguien que también fue pastor en algunas temporadas.

4 comentarios:

elcarpinteromontabisagras dijo...

No sabía que usted, señor Ledesma, había sido pastor en otros tiempos. ¿Por qué montes estuvo trabajando de pastor de ovejas?

Anónimo dijo...

Su rebaño cada vez es mas pequeño Sr. Pastor, no supo usted vigilarlo y muchas se han ido a otros rebaños. Fué bonito mientras duró pero le quedan pocas ovejas que guardar.

Cenicienta dijo...

Qué iluso el pintor que sólo ve aquello que tiene ante sus ojos, qué triste vivir sin poder ver más allá de los verdes prados que le rodean.
Qué fútil es la esencia del hombre que vive por y para el momento presente, sin reservar ni cuidar aquello que mañana será su morada.
Qué triste la existencia de aquellos que lapidan los tesoros del reino, porque piensan que después de ellos no habrá mañana...

Por y para todos aquellos que creemos en mañana.

Una sanroqueña dijo...

El mañana ya se preocupa por sí mismo, ocupémonos del presente.

(Lucio Ano Séneca)