miércoles, 5 de septiembre de 2012

El Novio de Carlos

Rasgó la cortina de la ventana de la primera planta de su casa. Una casa coqueta y pequeñita que tenía en el centro del pueblo desde que se casó y donde parió a sus cuatro hijos del alma. Carlos, el mayor; Roberto, Pilar y Paquito, el menor de sus vástagos. Al asomarse, disimuladamente entre los visillos del cortinaje vio de nuevo a su vecino salir de casa para el colegio. Armando a penas tenia 12 años y ya apuntaba modales que le marcaban en su tendencia de vida que quería tomar. O que la naturaleza savia le había querido regalar para que supiera aprovechar.
Pero ella, comidilla de mil chismes y charlatana parlanchín de las cosas de pueblo le criticaba con los dientes apretados, "... la maricona esa es una desgracia para la sociedad", decía entre gestos de rabia y de coraje.
Los años fueron pasando, la vida se fue transformando y todos fueron creciendo como el cuento de la vida que no sabe parar las agujas del reloj. Todos se iban haciendo mayores. A Catalina, la de los cuatro hijos, le salieron canas y se daba tintes en la peluquería de la esquina una vez al mes. Su esposo asentaba siempre sobre el poder maternal de la casa que dominaba todo el horizonte entre lenguas y lenguas que afilaban mas que los cuchillos de media noche.
Un día, un extraño día volvió a mirar por los visillos del balcón. Cual cotilleo habitual, vio a su Carlos hablar y hablar largamente con Alberto, el niño de la Isidora. Hablaban y hablaban. Un día y el otro también. Y así semanas hasta que, extrañada, preguntó a su hijo a que se debía tantas conversaciones a cualquier hora del día pero especialmente por las noches... Carlos le dijo que Alberto era su amigo del alma y el guardián de su juventud. Catalina no supo como reaccionar.
Otro buen día del calendario ya entrado en la veintena de años Carlos se decidió hablar con sus padres después de la cena. Estaban solos los tres en el salón. Carlos no pudo esperar mas. "Papa, Mamá, quiero daros una noticia...". La madre desencajaba sus ojos y atenta con la boca abierta dijo... "...dime".
"Queridos padres, os he respetado siempre, he hecho todo lo que me habéis pedido, os quiero. Pero debo deciros que amo a una persona con todo mi alma. Que es mi pareja ideal y la persona que me colma de felicidad. Quiero deciros que me he comprometido y el próximo verano me caso...". "¿Como hijo, has dejado embarazada a tu novia...que ha sucedido.... porqué nunca nos has hablado de esto...?, exclamó la madre exaltada.
"No, Mamá, quiero decirte que yo nunca voy a tener un hijo. Mi pareja se llama Alberto, el hijo de Isidora. Nos amamos con toda plenitud y estamos hechos el uno para el otro. Nada ni nadie va a cambiar nuestros destinos y nos casamos en unos meses....", dijo Carlos lleno de tesón y de valentía.
El padre del jóven Carlos inclinó la cabeza y suavemente dijo "....hijo, lo que tu decidas para tu vida es lo que yo quiero para ti".
Catalina, la madre de los cuatro niños, la que miraba por los visillos de la casa, la que criticaba a sangre fría al pequeño Armandito cuando solo tenía 12 años no sabía donde meterse. Cambió de color, se transformó, tartamudeó y tragó saliva antes de decir "....bueno... si tu quieres.... yo no digo nada... tu ya eres mayor....".
Aquella noche, Catalina no durmió. Ni la siguiente, ni durante una semana. A los 10 meses, iba de la mano de su hijo a la boda del mayor de sus herederos. Era la madrina de Carlos, que se casaba con Alberto, el niño de la Isidora. Sonreía y lloraba. La felicidad, si no la inventaba como tantas veces, era el fiel reflejo del rostro de la mamá de uno de los novios.
En una esquina del salón de ceremonias, Armando. Catalina miró a todos los invitados, uno por uno. Cuando su mirada se cruzó con la de Armando agachó la cabeza y respiró fuerte. En ese suspiro se tragó miles de palabras y levanto la cabeza firme como militar de academia para exclamar en su interior... "las cosas de la vida".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una historia, que desgraciadamente ocurre con frecuencia pero después como escribes en la historia,los padres entienden perfectamente a los hijos/as.
Una historia muy bien descrita e interesante, ánimo a todas las personas que se vean reflejada y que sigan adelante con su vida buscando su felicidad