viernes, 27 de mayo de 2016

Cara de Cemento armado

Lo conocí hace muchos años, tantos como hace que llevo pantalones largos. Se dedica a un gremio en el que la mentira está al día como moneda de uso común. Ayer le vi, cara a cara. Como el que ve a un pájaro de mal agüero que uno no sabe que pretende, pero le vi.

Hace unos años me dio su palabra de honor sobre un asunto que no viene a cuento. Y no ha cumplido su palabra de honor que equivale a lo mismo que decir que ni es de honor ni es un hombre.

Ya no me importa que aquella palabra no la cumpliera, era solo un detalle. Pero el valor de ese tipo, despreciado en el peor de los mercados me ha quedado marcado como el sujeto desaprensivo que es en un mundo de miserias y de barrios bajos.

Tiene, eso si, una cara de cemento armado. Es decir es un caradura que vive de sus propias palabras sin pensar ni un solo instante que su palabra también se acabará y solo le quedará la que cumpliera y el prestigio de su lenguaje, fácil y dicharachero en ocasiones.

Una reflexión de viernes en este Mirador en el que veo un paisaje complicado. También para el. Cualquier día de estos igual les digo hasta su nombre. Palabra de honor.

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