Llegaste a esta tierra con efímera prepotencia. Se te acogió con los brazos abiertos, como se hace con todo el mundo que pega en nuestras puertas y se quiere convertir en su vecino por unos años. O por toda la vida. Pero le pegaste en la misma cara a la humildad.
A mi, personalmente, me trataste como un enemigo bestial al que cuestionaste cada vez que te dio la real gana sin contrastar, sin consultar, sin preguntar y sin derecho siquiera a la defensa.
Te creíste el sheriff de este territorio del sur donde la dignidad y la belleza existe, a pesar de tu presencia entre nosotros.
Te equivocaste de camino muchas veces y confundiste tu papel noble de buen periodista con el de comisario político de todos. A unos engañabas por las mañanas "...yo soy de los vuestros..." y a otros por la tarde "...yo te apoyo, soy tuyo". Así te fue.
No hablaré de las cuestiones personales que tanto han dicho de ti en estos tristes años tuyos por la comarca. Pero si te diré que tu arrogancia y la chulería con la que has tratado a empresarios, políticos, ciudadanos, compañeros periodistas -algunos a los que despedites sin piedad después de muchos años de servicio al periodismo entregado y honesto- te ha servido para tejerte el título de persona no deseada en el Campo de Gibraltar.
No se si en esto de tu marcha ha tenido que ver alguien. Ni me importa. Pero si ha sido un logro de alguien a cambio de páginas a color, bienvenido sea. Ya hace tiempo que la comarca se merecía alguien que no mirara tanto por el mismo y sus intereses y si mas por los vecinos de estos siete pueblos del sur que tantas veces han sido abandonados.
Celebraré este día con una buena copa de vino. Por mi. Y por tu salud, para que te vaya bonito, aunque sea solo como un triste redactor que dudo tenga su conciencia tranquila.
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